Muchos recuerdan a Christopher Reeve como el primer Superman de la gran pantalla, un ícono cinematográfico cuya interpretación definió al superhéroe para toda una generación. Pero pocos saben que, en 1987, el actor viajó a Chile en un acto de valentía que dejó huella en la historia cultural del país.
A comienzos de noviembre de 1987, el gremio de actores chilenos vivió uno de sus momentos más oscuros. Lo que comenzó como hechos aislados se transformó en una amenaza directa: el 30 de octubre llegó una carta anónima que advertía: “A contar de esta fecha los siguientes testaferros del marxismo internacional tienen un mes de plazo para hacer abandono del país”.
Tres días después, el mismo mensaje arribó al Sindicato de Actores y Actrices de Chile (SIDARTE). Setenta y siete intérpretes, entre ellos Ana González, Mónica Echeverría, Luis Alarcón, Delfina Guzmán, Nissim Sharim y Juan Radrigán, fueron señalados por el autodenominado Comando 135 Acción Pacificadora Trizano, un grupo desconocido que se sospechaba vinculado a la CNI. Su consigna era explícita: “Por un arte y cultura libre de contaminaciones foráneas”. El ultimátum era claro: abandonar el país o enfrentar las consecuencias.
La entonces secretaria de SIDARTE, María Elena Duvauchelle, llevó la denuncia a medios internacionales. Pronto, Hollywood reaccionó. Robert Redford, Meryl Streep, Jane Fonda y Robert De Niro se sumaron al repudio. Pero hacía falta un rostro visible que, en persona, mostrara apoyo a los amenazados.
Fue así como Duvauchelle contactó al escritor chileno Ariel Dorfman, exiliado en Carolina del Norte, Estados Unidos. A través de Margot Kidder, la actriz que interpretó a Lois Lane junto a Reeve, se gestionó el acercamiento al actor, quien aceptó sin titubeos.
El hombre de acero en Santiago
Christopher Reeve llegó a Santiago la mañana del lunes 30 de noviembre de 1987, justo el día en que expiraba el plazo impuesto por la amenaza.
Ese mismo día se realizó un acto masivo en el Garage Matucana. El gobierno se esforzó en hacer imposible este acto, ya que habrían hostigado a Christopher e incluso le habrían prohibido su participación en el acto, realizando disturbios en las cercanías del lugar. Sin embargo y a pesar de todas las dificultades presentadas anteriormente, el actor subió al escenario y leyó una carta en nombre de artistas estadounidenses:
“Cuenten con nuestro respaldo en este tiempo tan difícil que vive el pueblo chileno, y reciban nuestra admiración por el trabajo creativo que siguen haciendo bajo condiciones de amenaza y presión. Estoy aquí de actor a actor, de trabajador a trabajador, de amigo a amigo. Mi preocupación es con los derechos humanos”.
Reeve se hospedó en la casa del publicista Jaime Celedón y pasó jornadas distendidas, como un día de piscina junto a hijos de actores y actrices. Quienes lo conocieron en esas 72 horas lo describen como un hombre sencillo, cercano y con una energía que cautivaba.
En una entrevista concedida a la Televisión Chilena durante la década de los noventa, Reeve rememoró su paso por el país:
“Era una época muy peligrosa, ya que Pinochet seguía siendo un dictador en el poder. Había una amenaza concreta de que 77 actores de teatro en Santiago serían ejecutados antes del 30 de noviembre. Era algo totalmente inaceptable. Viajamos para demostrar nuestro apoyo y solidaridad”.
También recordó la portada de un periódico en la que aparecía caracterizado como el superhéroe, sosteniendo a Pinochet por el cuello y pidiendo enviarlo al espacio exterior. Los artistas que habían sido amenazados aseguraron que su visita les permitió “dejar atrás la mochila del miedo”.
Un vínculo que trascendió el tiempo
La visita fue breve, pero significativa. El actor continuó apoyando causas chilenas: participó en la campaña por el plebiscito de 1988: “Recuerde que el voto es secreto y el futuro del país está en sus manos”, decía en un spot televisivo.
En 1995, Reeve tuvo un accidente al caerse de un caballo, padeciendo una herida severa a su médula espinal, la cual causó que estuviera inmovilizado del cuello hacia abajo, convirtiéndolo en usuario permanente de silla de ruedas. Nunca paró de ser figura pública, y comenzó su carrera de activista por los derechos de las personas con discapacidad. Debido a esto, en 1996, fue entrevistado por Don Francisco en contexto de la Teletón de ese año, donde el actor mencionó la importancia del apoyo familiar en la vida de quienes viven con discapacidad, además del acceso a los múltiples recursos que el dinero recaudado por la Teletón buscaba entregar. “Es la generosidad y la compasión de la gente común y corriente la que hace la diferencia en el mundo,” dijo.
En enero de 2004, la ministra de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear, lo condecoró con la Orden Bernardo O’Higgins en el Grado de Gran Cruz por su apoyo a la recuperación de la democracia y la lucha por los derechos humanos. Reeve expresó su admiración por Chile, al que definió como “una nación próspera, que ha ganado su libertad con mucho sacrificio”. (x)
Christopher Reeve falleció el 10 de octubre de 2004, a los 52 años a causa de una insuficiencia cardíaca relacionada a su condición de herida severa en la médula espinal, luego de casi 10 años desde su accidente. En la actualidad, sigue siendo recordado como un héroe fuera y dentro de la pantalla, causando admiración en personas de todos lados, incluso en nuestro pequeño lugar del mundo.